sábado, 20 de diciembre de 2008

La orilla viaja a Pamplona

Una nueva alegría para el grupo de trabajo de La orilla.

"La orilla que se abisma" ha sido seleccionada para participar de la Sección Oficial del V Festival Internacional de Cine Documental de Navarra “Punto de Vista”, que se celebrará en Pamplona del 13 al 21 de febrero de 2009.

En breve, por este medio, comunicaremos la fecha y hora exacta de proyección de la película.

La orilla ha sido elegida junto con otras 25 obras, de un total de 603.

Un abrazo.

Gustavo

sábado, 6 de diciembre de 2008

Nuevo proyecto: La madre

Hola, amigos.

Cerca de fin de año quiero contarles del nuevo proyecto: se llama La madre.

El equipo es el mismo con el que hicimos El árbol: DIEGO POLERI, en la cámara y fotografía, JAVIER FARINA, en el sonido, MARCOS PASTOR, en el montaje. La película cuenta con las actuaciones de GLORIA STINGO, FEDERICO FONTÁN y MARISOL MARTINEZ.
Hace casi dos años que empezamos con el proyecto, explorando y profundizando cosas que nos interesan.

Por hoy les cuento su sinopsis y les hago llegar un par de fotos:

Sonia (45) y Jonatan (18), madre e hijo, comparten la casa: territorio para el dolor de la madre, espacio para la huída del hijo.

El marido está ausente, se ha ido, y los intentos por encontrarlo no conducen a nada.

El hijo se irá en cualquier momento.
La angustia empaña las horas, moldea la percepción de la madre.
Sonia bebe, se emborracha, cuenta sueños extraños y realiza acciones peligrosas.
Jonatan se siente responsable. Cuida de ella.
Si los episodios se repiten, si la madre se vuelve cada vez más frágil y vulnerable.
¿Podrá el hijo marcharse?

Saludos a todos y gracias por los mensajes.

Gustavo

sábado, 22 de noviembre de 2008

Novedades desde Ecuador...

"La orilla que se abisma" fue galardonada con los premios al "Mejor Director" y "Mejor Fotografía" (Luis Cámara), en la 7ma. Edición del Festival Internacional de Cine de Cuenca, en Ecuador.

Felicitaciones a todos los que hicieron posible esta gran alegría.

Gustavo.

martes, 11 de noviembre de 2008

La orilla viaja al Festival Internacional de Cine de Cuenca (FICC)

La orilla que se abisma viajará a Cuenca, Ecuador, en el marco de la Séptima Edición del Festival Interncional de Cine (FICC), que se desarrollará entre el 13 y el 20 de noviembre.

El festival es organizado por la Corporación Ecuatoriana de Artes Cinematográficas con el aval del Ministerio de Educación, el Ministerio de Cultura, y la Universidad de Cuenca, junto al apoyo de varias instituciones públicas y entidades privadas.

El Festival cuenta con las siguientes secciones:

* Competencia Oficial de Largometrajes
* La Música y el Cine
* Visión Latinoamérica
* Retrospectiva
* Los premios otorgados por el festival son para:
* Mejor Película
* Mejor Director
* Mejor Actuación
* Mejor Guión
* Mejor Fotografía
* Premio del Público
"La orilla..." participará de la Competencia Oficial.

viernes, 24 de octubre de 2008

La orilla que se abisma, en la SEA

Están todos invitados. Los esperamos...

Gustavo.

sábado, 11 de octubre de 2008

La orilla que se abisma, por Román Cárdenas

Sí, estamos todos cansados y nos olvidamos demasiado del oro del otoño. Acaso la revolución consista en lo que el hombre por siglos ha estado postergando: la necesidad del verdadero descanso, el que permite ver como crecen, día a día, las florcitas salvajes.

- Juan L. Ortiz -

Riesgo, humildad, poesía, sensorialidad, evocación, misterio… son parte de los enormes atributos de “La Orilla que se Abisma”. Uno intuye desde el inicio del film la descomunal sensibilidad de Gustavo Fontán, ya desde el momento mismo de su empresa.

No es un documental sobre la vida del genial poeta entrerriano; tampoco una ficción radical basada en su vida y obra. Es mucho más y mucho menos que eso: un diálogo. Diálogo de formas, sin palabras; una consumación basada en la pesquisa: una confirmación; dos universos que, desde la autonomía de su arte, se aúnan, se besan y se entretejen.

El calor y el olor de la siesta litoraleña, un gato en un patio que, como tantos, no tiene límites definidos sino una circunspección regida por una maleza domada, más baja, que alguien, en el pasado ya, alguna vez desmalezó y que termina sobre los árboles que dan a la suave barranca, silvestre y mansa que da a su vez a la costa (la orilla) con su pequeño pero infaltable cinturón de arena que muere y renace (que se abisma) sobre el Río Paraná.

Una canoa que se hamaca sobre la luz frágil que el río en su reflejo devuelve al sol, guarda en su interior un par de remos para nadie. El sonido es el ruidoso silencio de la vegetación arcaica, que invade de a poco y en el que junto a la imagen sin saberlo aún vamos penetrando para llegar a la esencia misma de las cosas.

Y ahí aparece Ortiz, en espíritu. Acaso la genialidad de “La Orilla que se Abisma” sea este diálogo consumado. Un diálogo con las formas fantasmales de los árboles fuera de foco y una casa que emula la presencia de Ortiz valiéndose de recursos tan inteligentes como netamente cinematográficos. Un material de archivo, en super 8, se suma a la conversación como vestigio de alguien que tuvo similares móviles.

Fontán propone un diálogo de preguntas sin respuestas, quizás porque la Orilla se abisma en el misterio, ese mismo misterio que para Ortiz es fundamento y elemento de la verdadera revolución del hombre. Y si estamos todos un poco cansados y nos olvidamos demasiado del oro del otoño la anulación de todo canon clásico de representación hará que el cine renazca en su máximo esplendor, demostrando no sólo el tino y la valentía de un cineasta coherente y concreto, ni la vigencia y premonición de un poeta fiel a sus principios sino, y sobretodo, la confirmación de que el cine pequeño y autónomo es el Cine en mayúsculas; aquel que no reconoce aún sus propios límites sino que, lejos de eso, en sus orillas se abisma cada vez más rumbo al misterio.

Román Cárdenas

domingo, 21 de septiembre de 2008

Rosario, nueva escala...

"La orilla.... " llega a Rosario. Se proyectará en el Museo del Diario La Capital, el miércoles 24, el sábado 27 y el domingo 28 de septiembre próximos.

Al cierre de la proyección del día sábado, Fontán coordinará un debate con el público.

Nos vemos pronto!

domingo, 14 de septiembre de 2008

Las puertas de la percepción

DIARIO "LA VOZ DEL INTERIOR" - CRITICA

AUTOR: ROGER ALAN KOZA

CALIFICACION: **** (Muy buena)

LAS PUERTAS DE LA PERCEPCIÓN

El árbol fue una película notable y su director parecía un solitario en un ecosistema desentendido de cualquier búsqueda poética en el cine. La orilla que se abisma confirma la belleza de su radical singularidad, y las posibilidades del cine cuando éste va más allá de la dictadura del relato.

Proscripta de la cotidianidad, depreciada por su carácter antipragmático y no lucrativo, o, todavía más escandaloso, apropiada para exaltar lo kitsch de lo que se codifica como bello en nuestra sociedad del espectáculo, la poesía es un género fantasmal, en vías de extinción, aunque es posible que sin ella nuestro modo de habitar el mundo sería brutalmente indolente, casi inhumano.

La nueva película de Gustavo Fontán es un riguroso ensayo poético sobre la obra del poeta entrerriano Juan Laurentino Ortiz (1896-1978), más conocido como Juanele. No se trata de una evocación atroz como se hiciera en algún momento con Oliveiro Girondo en nuestro cine, o de un cuento ingenuo sobre algún momento en la vida del poeta, como se hizo con Neruda.

Fontán elige el camino menos transitado: traducir una experiencia verbal en imágenes, es decir, transfigurar los versos en planos. La aventura estética de Fontán consiste en mostrar lo poético y dejar de nombrarlo. Su película es un viaje perceptivo precedido de la palabra de Ortiz, aunque ésta está prácticamente ausente, excepto por dos placas con fragmentos de poesía y la voz de Juanele recitando un poema en el epílogo.

“Acaso la revolución consista en lo que el hombre por siglos ha estado postergando: la necesidad del verdadero descanso, el que permite ver cómo crecen, día a día, las florcitas salvajes”. Éste es el punto de partida, sentencia engañosamente candorosa, y que Fontán habrá de materializar plano tras plano hasta el final. En efecto, se trata de purgar la mirada de la saturación indiscreta de lo audiovisual masivo y publicitario que no permite ver. Así, la cámara de Fontán deviene en un préstamo de ojos, con los que se habrá de ver un mundo, el nuestro, el de Juanele, uno poblado por gatos, hojas, tormentas, lluvias, ríos, cielos, hombres que pescan y navegan con sus botes en la bruma, pero vistos como si éstos estuviesen brotando desde las rimas de Ortiz.

En un contexto en el que el cine narrativo domina y subyuga, la apuesta por un cine concebido como una experiencia sensorial y poética conlleva un gesto de desobediencia bienvenida. No son muchos los partisanos de un cine poético. Kiarostami en Cinco, Sokurov en Madre e hijo han demostrado que el cine puede intentar registrar el acontecimiento, el mundo en su devenir, sin el capricho tan humano de imponer un relato allí en donde sólo hay instantes salvajes despojados del orden del discurso.

Aquí, Fontán opta por un paulatino extrañamiento del registro: planos medios y generales de la naturaleza van perdiendo su nitidez a través de una doble operación formal: primero, el desenfoque: las formas de la naturaleza pierden sus contornos; después, los fundidos encadenados: las imágenes se yuxtaponen, procedimiento que llega a ser sublime cuando el cielo se refleja en el río y la sobreimposición de planos transforma la naturaleza en arte.
El filósofo Oscar del Barco ha sugerido que la poesía de Juanele es una teofanía real, y Fontán así parece percibir el encuentro del lenguaje poético con el mundo. El Litoral es Juanele, el río es él. Nadarlo es casi un imperativo fisiológico.

NOTA: Esta crítica fue publicada por el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Se repone La orilla en el Tita...


A la novedad publicada hace un par de días, se suma otra. "La orilla..." vuelve!.

Estará en el Tita Merello -Suipacha 442, Capital- los días 8, 9 y 10 de septiembre, y luego una semana completa, entre el 11 y el 17 de septiembre.

Para los que no la alcanzaron a ver, y para quienes gusten una segunda vuelta... Están todos invitados! Nos vemos...

Gustavo

sábado, 30 de agosto de 2008

La orilla en Córdoba

Con motivo de la recordación del trigésimo aniversario de la muerte de Juanele, "La orilla que se abisma" será presentada en la provincia de Córdoba.

A continuación, detallamos el cronograma de acciones previstas y lugares de realización.

Día 2/9: 20,30 horas:

- Lectura de poemas y análisis de la obra de Juan L.Ortiz, a cargo de Carlos Surghi, Gaby Milone y JJG

- Proyección del documental "La intemperie sin fin", de Juan J. Gorasurreta

En el Teatro LA LUNA, Pje. Escutti esq. Fructuoso Rivera. B°.Guemes. Con entrada libre y gratuita.

Días 03 a 06/9:

- Proyección del filme "La orilla que se abisma".

En Espacio INCAA, Km. 700. Av. Ricchieri esq. Concepción Arenal. 20,00 horas.

Día 5/9:

- Gustavo Fontán se presentará en Córdoba acompañando la película. 20,00 horas.

Día 6/9:

- Análisis del filme y comentarios a cargo de Silvio Mattonmi y Oscar del Barco

- Proyección del filme de Fontán.

En CineClub LA LINTERNA MAGICA. Centro Cultural Cooperativo Casa AZUL. Salta 55 (a50 metros de la terminal de ónmibus). Río Ceballos.

Días 10 a 13/9:

- Proyección de "La orilla...". EspacioINCAA Km. 700. Av. Ricchieri esq. Concepción Arenal. 18,00 horas.

sábado, 23 de agosto de 2008

Detrás de la cámara...

En este post elegí publicar una pequeña carta de mi amigo Luis Cámara, el director de fotografía de La orilla que se abisma. Él estuvo presente en una proyección del filme en la ciudad de Oberá , y me pareció interesante mostrar su impresión de aquella experiencia. Nos vemos pronto...

Gustavo

"Hola, Gustavo, quiero contarte algunas impresiones. En principio, por ser entrerriano y más precisamente nativo de Paraná, te cuento que estaba muy ansioso y expectante por el estreno ya que no sólo era la primera vez que se exhibía en una sala cinematográfica una película donde había trabajado sino que allí, seguramente, se encontrarían espectadores que habían conocido a Juan, habían sido su amigos y lectores, por lo que estar frente a ellos con nuestra película era todo un desafío.


Luego de la proyección y al escuchar los comentarios me emocionó mucho que gente de mi ciudad y personas tan cercanas a Juan hayan sentido lo mismo que sentí y sentimos al hacer la película. Recorrer junto a ellos la poesía de Juan a través del río audiovisual que es La Orilla. Esto también sucedió en Santa Fe y ya, luego de compartir tres estrenos de La orilla,en Paraná, Santa Fe y Oberá, me pone contento que la película además de llegar a la gente sólo con lo escencial del cine sea una invitación a la lectura de Juan como nos siguen diciendo muchos que ven la película. Bueno, te mando un fuerte abrazo."

Luis

martes, 22 de julio de 2008

A Locarno, por partida doble

Hace unos días, llegó a la productora la confirmación de nuestra participación en el Festival Internacional de Cine de Locarno. Y es difícil describir lo que experimentamos en ese momento quienes estábamos allí...

Los que hacemos y sentimos el cine, sabemos que Locarno es un evento esencial en nuestras vidas. Se trata de uno de los más prestigiosos festivales, con una extendida trayectoria que data de 1946. El haber sido elegidos, era en sí un galardón.

No obstante, la alegría fue en aumento en la medida que leíamos -traductor de por medio-, la invitación de los organizadores suizos...

No solamente se nos notificaba que "La orilla que se abisma" había sido seleccionada para competir en la sección "Filmmakers of the Present" de la 61 edición del festival, sino también que "El árbol" contaba con su lugar en otra sección, denominada "Open doors".

En nombre del grupo del que formo parte como director, quiero agradecer a quienes hicieron posible que ambos filmes hayan llegado a este lugar.

Me refiero al público que nos ha acompañado, primero con El árbol y luego con La orilla que se abisma; a la crítica, que ha sido tan elogiosa y tolerante, y al INCAA, que cumple con su rol de embajador internacional y nos permite seguir construyendo cine.

El Festival de Lovarno se desarrollará durante agosto, entre el 6 y el 16.

Esperamos ansiosos un lugar en la competencia, y volver a encontrarnos pronto a través del Blog con una excelente noticia.

Gustavo

martes, 15 de julio de 2008

Las huellas de lo real

Durante la preparación y realización de Marechal o la batalla de los Ángeles comencé a pensar en un tema que orientaría las búsquedas de ésta y de las películas siguientes.

Había una operación en la obra de Marechal que me intrigaba: las formas de insersión de lo real en el dispositivo ficcional. Hablo, en principio, de cuestiones elementales de lo real: nombres de ciudades, calles, bares, personas. Me interesaba la tensión que esta operación provocaba y la expresividad que surgía de esa intersección.

Fue, para mí, el comienzo de una reflexión sobre las huellas de lo real en la imagen cinematográfica.

Quizás, el primer aspecto de esta reflexión está ligada a los espacios. En 2000, María de los Ängeles Marechal me invitó a hacer un viaje a Maipú, ciudad de la que hay numerosas referencias en la obra de su padre. El viaje lo haríamos junto a un grupo de estudiosos como cierre de las jornadas marechaleanas. Allí fuimos.

Esto es lo que anoté en mi libreta sobre ese viaje: “La cuestión es así: de pronto, los veinte tipos nos encontramos recorriendo Maipú en un viejo micro de la municipalidad. Paramos en una esquina. María de los Ángeles nos señala un sitio donde hay una construcción relativamente nueva. Nos pide que miremos por detrás de la casa: se ve, recortada, una porción de una pared de ladrillos. Nos dice: “es una pared de la Casa de la Loma”. Eso es lo que vemos: un fragmento de pared, algunos ladrillos, la huella de una casa en una loma que ya no existe. Es decir: veinte tipos, a través de la ventanilla del colectivo, miramos una ausencia.”

A la hora de pensar en los espacios para el rodaje, un hallazgo nos alegró. Existía el Izmir. El café que estaba cerrado porque pronto lo echarían abajo, aún conservaba parte de su mobiliario: mesas, sillas, vajilla... Fue como abrir un viejo mundo, un túnel entre dos tiempos.
Me pregunté: ¿Cómo hacer para que la filmación del Izmir no sea un mero registro? ¿Cómo hacer para que lo real aporte fragmentos, piezas, sonidos, para una nueva construcción?

Seguí pensando: Si este espacio es depositario de lo vivido... ¡Hay que dejarlo hablar!.

Sinceramente, no sé si lo conseguí del todo con el Izmir. Mi pensamiento era incipiente. Pero hay hechos que profundizaron la reflexión. Rescato un nuevo fragmento de mi libreta: "Estamos filmando en el Izmir. Esta mañana nos toca la escena del banquete. De pronto entra un hombre al bar, tendrá unos noventa años. Nos pregunta qué hacemos y le contamos. Nos dice que es hijo del primer dueño del Izmir. Casi llorando, nos señala el lugar donde su padre cocinaba pescado. Después, naturalmente, rompe las fronteras entre ficción y realidad, se sienta en la mesa del banquete y se pone a cantar”.

En las películas siguientes avancé sobre estas preocupaciones. Desde entonces, rodar, para mí, tiene que ver con un cruce entre el plan y el encuentro. La película debe ser el resultado de una inscripción de lo real en el dispositivo ficcional. Con ese criterio, fuimos a Maimará, a la casa natal de Jorge Calvetti, mientras rodábamos El paisaje invisible. Después, me interné en la casa de mis padres, mi casa natal, para filmar El árbol. Por último, recorrimos con esta intención los sitios habitados por Juan L. Ortiz para realizar La orilla que se abisma.

El rodaje no es la mera reconstrucción de lo planificado. Desde una firme intención inicial nos disponemos a descubrir. Siempre son cosas simples: el modo como la luz toca los muebles o los rostros, las texturas de las paredes, los movimientos de los cuerpos, el encanto de la voz o del silencio.

Para seguir pensando en los pasadizos entre realidad y ficción, quisiera rescatar todavía un fragmento de mi libreta: “Estoy en el INCAA esperando para una reunión. Una secretaria ( digamos L., de unos sesenta años) me llama:

- Gustavo, sé que hiciste una película sobre Marechal.

Le contesto que sí y que estamos por estrenarla.

- No sé si te acordás de un bar que se menciona en el Adán: el Izmir.

Le contesto que no sólo me acuerdo sino que toda la película fue filmada ahí. L. se sorprende y me dice que su abuelo fue el fundador.

Le cuento, entonces, del hombre que apareció mientras rodábamos el banquete.
-Es mi padre, seguro que es mi padre.

Tengo algunas fotos entre mis cosas; busco una de la escena del banquete. Desgraciadamente, la foto está encuadrada de tal modo que el hombre, el supuesto padre de L., no aparece. Me acuerdo de pronto y le cuento que se puso a cantar.

- Seguro, seguro que es mi papá.

Le regalo la foto y la pone debajo del vidrio de su escritorio.

Al día siguiente, L. me llama por teléfono:

-Gustavo, no dormí en toda la noche. Quiero pedirte un favor: ¿me dejarías ver la película? Hace diez años que no veo a mi padre.”

Para cerrar, un último dato: Si alguien se acercara hoy a la calle Gurruchaga , para ver el café Izmir, observará, como nosotros en aquel viaje a Maipú, una ausencia.

Gustavo Fontán

Texto leído por Gustavo Fontán en la Peña Literaria 'Trenti Rocamora'

domingo, 22 de junio de 2008

Crítica: Cineísmo, por Javier Luzi

"Juanele" (el entrerriano Juan L. Ortiz) es el poeta de los detalles, de lo minúsculo, de ese pequeño elemento que se hace vida merced a la lupa misteriosa y querida de su vista.

Venerado por sus colegas y la crítica, todavía por descubrir (la dictadura ordenó quemar toda su obra y su edición completa –después de su muerte) para el público en general, encontró en Gustavo Fontán un traductor eficaz que supo volver imágenes cinematográficas sus palabras poéticas casi arriesgándose a la experimentación.

El director, ya en su anterior El árbol, había conseguido, aunque con menores aciertos, hacer del sencillismo virtud. Acá aboga por hacer verdad las palabras del poeta en eso de la apuesta por lo simple. “La revolución del descanso” que se patentiza en esas imágenes reposadas, lentas, que se articulan para dar cuenta de la naturaleza (árboles, gato, hombre, río) filmadas siempre con sonido directo.

Fontán utiliza los recursos que tiene a su alcance para, evitando ilustrar la poesía, volver lírica la pantalla misma. Con un fuera de foco convierte lo que se ve en algo así como aquello que resulta del uso de una técnica puntillista en lo pictórico y busca en la luz de las cosas enfocadas borronear las formas o en la filmación en movimiento también diluir los límites. Lo móvil, lo fluyente en lo acuoso como fuente originaria. Los espacios que se vuelven ámbitos y después el hombre de pronto, de repente, apenas como un eslabón más.
Apropiándose de imágenes de documentales anteriores a las que suma en su cadena de significación y trastocando lo cinemático, por momentos, en los trazos de pinceladas como si la pantalla fuera un lienzo, La orilla que se abisma consigue, sin recurrir sino en el cierre a la voz del homenajeado leyendo un poema, emocionar profundamente.
Javier Luzi

sábado, 7 de junio de 2008

Una nueva alegría

En anteriores ocasiones les conté acarca de las renovadas alegrías que nos brindaba "El árbol". Cuando todo nos hacía pensar que el ciclo del filme se había cumplido, y que eran tiempos de nuevos desafíos, sucedía algo -la invitación a algún festival, una exhibición, o un reconocimiento de alguna persona que la había visto tardíamente-, que nos confirmaba que "el árbol" se resignaba a dejar caer sus últimas hojas.

Bueno, hace pocos días nos llegó la noticia desde Francia. Y todos los que trabajamos en la película nos pusimos muy contentos...

El árbol había sido distinguida con el premio "Fernando Birri" en ocasión de la Décima Edición de "La Sudestada Quincena de Cine Argentino", llevada a cabo entre el 13 y el 30 de mayo en París.

En los proximos días, la noticia estará disponible en el sitio web de quienes nos honraron con el premio, en http://www.lasudestadaparis.com/

A la gente de La Sudestada, y a todos los que hicieron posible este premio... Gracias!!

Gustavo

sábado, 31 de mayo de 2008

La orilla llega a Santa Fe


Desde el ppdo. jueves 29 de mayo, La orilla que se abisma se está proyectando en el cine América, ubicado en la calle 25 de mayo 3075, de la ciudad de Santa Fe. Los días y horarios de proyección son los siguientes:


* Jueves: 20:15 hs.
* Viernes 18:00 hs.
* Sábados: 17:30 hs.
* Domingos: 18:45 hs.
* Lunes: 19:15 hs.
* Martes y Miércoles: 22:15hs.

Los socios del Cine Club y los Jubilados, abonan un precio especial por entrada de $6; los empleados bajo Convenio ATE, $3.

En otro orden de cosas, los invito a leer una nota sobre mi película, publicada en Revista "Ñ".

Nos vemos pronto.

Gustavo

viernes, 9 de mayo de 2008

La orilla que se abisma, en Entre Ríos

Me llegó tarde la noticia, y no pude informarla a tiempo a través del Blog.

Ayer, el ciclo televisivo "FICCIONES DE LO REAL", que transmite Canal 7, a las 22 horas, exhibió EL ARBOL, mi ante última película. Me habría gustado que aquellos que no la vieron en su momento la conocieran, pero me fue imposible... Una lástima.

Espero que en futuro cercano regrese al aire, y poder llegar a tiempo.

De todas maneras, tengo una buena noticia para darles.

Aquellos que residan en Paraná, Entre Ríos, podrán ver LA ORILLA QUE SE ABISMA en el cine REX. Desde ayer está en cartel, y se suma a la segunda semana de exhibición en las tres salas capitalinas que la están exhibiendo.

Hoy les estoy escribiendo desde allí, y a las 20 hs realizaremos la función estreno junto a mucha gente que trabajó conmigo, y que fue la que hizo posible que me "encontrara" con ese gran poeta que fue Juanele.

A mi regreso, compartiré con ustedes esta experiencia.

Gustavo

martes, 6 de mayo de 2008

El navegante lúcido y el pasajero invisible

Sin palabras. Ahí está el río abriéndose en un plano. Sobre el agua y a bordo de un bote la cámara se adentra en un viaje de fuga. ¿Fuga de qué? Quizás del significado, tal vez del sentido. ¿Y acaso la poesía no es eso?: una permanente fuga del sentido y las palabras, ¿hacia dónde van? Habría que preguntarle al poeta. Pero el poeta ya no está, no existe y entonces qué mejor manera de evocarlo que imaginándolo, pensándolo, reinventándolo en un cúmulo de sensaciones visuales como si estuviera allí en el río, en ese bote que lo surca, acompañado de un navegante lúcido. Ese navegante es Gustavo Fontán, artífice de La orilla que se abisma.

Y si de orilla se trata lo que el director de El árbol intentó con esta obra es pararse a orillas del cine experimental o lo que muchos denominan de vanguardia, a partir de un viaje por la poética del escritor y poeta entrerriano Juan L. Ortiz.

Igual que en su opus El paisaje invisible que traía a la memoria la figura del jujeño Jorge Calvetti, también poeta, la idea de viaje se hace presente en la manera con que Fontán aborda los recuerdos y la memoria. Pero ese viaje en el caso de La orilla… es más hacia adentro que hacia fuera. El adentro de lo que pudo haber inspirado al poeta cuando vivía rodeado de la naturaleza; el adentro de ejercer -sin saber muy bien cómo- el hábito de la contemplación para deslumbrarse con lo que no puede abrazarse, como la naturaleza. Por eso, es la cámara y sólo ella la que logra captar la esencia de la naturaleza sin recortarla en un único significado como suele darse cuando se utiliza una palabra.

La cámara de Fontán escudriña en los recovecos de las texturas y se maravilla cuando descubre, por ejemplo, los colores vivos o el ojo huidizo de un gato que apenas aparece. ¿Le gustarían los gatos a Juan L. Ortiz? Seguramente, de ellos admiraría el halo de misterio, el enigma que se lee en sus rostros o simplemente quedaría atónito porque son animales, como con los árboles, o con el viento, o con el río, o con los bosques… Un torbellino de imágenes, de colores que por momentos convierten al río en una pantalla oscilante. Es ese cine oscilante. Puro, inclasificable, impenetrable el que se respira en cada plano del opus de Fontán que debe mucho al gran aporte de la fotografía de Luis Cámara.

¿Cómo plasmar en un lenguaje cinematográfico el mundo interior y la inspiración de un poeta, sin traicionarlo, sin agotarlo en un anhelo casi imposible? El realizador de El Canto del cisne parece haber encontrado un camino: reinventándolo. Eso es lo que se respira en esta apuesta a los valores expresivos del cine, donde la recreación de un viaje por el río nos conecta con el mundo interior del poeta entrerriano, quien aparece entre las imágenes como una suerte de fantasma sin rostro; que se disipa en la bruma del recuerdo pero que vive en cada latido de la naturaleza que está allí, majestuosa, imponente, inescrutable como la mirada que surca el río y se pierde en un naufragio de palabras transportadas por el viento y el silencio. Palabras que no pueden escucharse aunque se sienten, se palpan, del mismo modo que la presencia-ausencia de Juan L. Ortiz.
Pablo E. Arahuete

PUNTAJE





Publicado en CINEFREAKS, el 5-5-2008

sábado, 3 de mayo de 2008

El suspiro de los árboles

Página 12 - Viernes, 02 de Mayo de 2008

El realizador de Marechal o la batalla de los ángeles y El árbol se interna en la obra del gran poeta entrerriano Juan L. Ortiz, pero evita tanto el documental como la tentación de ilustrar su lírica en imágenes, para proponer en cambio un diálogo con sus versos.

Por Juan Pablo Cinelli

Hay un gato que se va quedando quieto entre el pasto, y a veces mira a cámara directamente: los actores no deben hacer eso. La cámara lo muestra desde diferentes ángulos, siempre ahí. Un pájaro viene a pararse detrás de él, pero a ninguno de los dos parece importarle. Hay lugar para ambos.

Después los árboles, sus ramas, sus hojas en primeros planos tan cerrados que casi no se puede ver más allá, y enseguida la lluvia. Los sonidos se van superponiendo, tramando un colchón sobre el que las imágenes se derraman; pronto no hay diferencia entre ellos.

Como si nadie la condujera, la cámara encuentra el río y lo sigue como a un Dios que lo abarca todo. Incluso al hombre, otro detalle del paisaje que casi puede ser visto con claridad, pero también de-sencajado por un fuera de foco que lo funde a las sombras verdes y grises de la ribera. Los reflejos sobre la corriente atestiguan que otra imagen del mundo es posible. No es raro que un colega cediera a la tentación de dormirse en primera fila: todo aquello bien podría ser la duplicación de un sueño.

Basada en los versos del entrerriano Juan L. Ortiz, La orilla que se abisma tiene algo del viejo cine mudo, apenas musicalizado por una orquesta en vivo que aquí es reemplazada por el sonido del viento entre los árboles, de la lluvia sobre el agua viva del río como quizá pudo haberla oído tantas veces el poeta.

Tal cual haría aquél, el director Gustavo Fontán y su equipo parecen haber realizado un análisis de los recursos disponibles (y posibles) para revivir esa mirada, haciendo coincidir fondo y forma en una construcción poética levantada a partir de elementos puramente cinematográficos: la imagen, su color y su contorno, y el modo en que la luz se confunde en ellos, definiéndolos o esfumando a uno contra el otro hasta obtener un objeto nuevo, a veces sereno y otras angustiante, como producto único de esta particular observación.

El film dialoga con la obra de Juanele, pero sin ser una pregunta ni una respuesta a sus versos; a cambio, consigue traducirla sutilmente al lenguaje de la fotografía en movimiento, sin traicionar la delicada esencia del original. La orilla que se abisma no es un documental: el documental equivale al ensayo y aquí no hay otra cosa que poesía.

Tal vez ésta no sea una película para recomendar a un público masivo; desde sus principios estéticos, el film de Fontán se aleja deliberadamente de la masividad, proponiendo una obra que es fruto de una mirada de decidida intención poética, y ya se sabe que la poesía es el menos comercial de los géneros literarios, incluso cuando se elige imprimirla sobre celuloide con trazo amplio y luminoso.

A todo esto, ¿quién fue Juan L. Ortiz? Antes de arriesgar un retazo biográfico que será tan inútil para sus amantes como breve para quienes no lo conozcan, desde aquí se recomienda buscar su perfil en el volumen de su obra completa. Será un triunfo si se gana otro lector para sus versos.

sábado, 26 de abril de 2008

La orilla que se abisma estrena el 2 de mayo

LA ORILLA QUE SE ABISMA
ESTRENO: 2 DE MAYO
CINEMARK PALERMO - GAUMONT - TITA MERELLO
"Bellísima, contemplativa, hipnótica, casi onírica".
Miguel Frías, Clarín


"Pocas palabras, muchas reflexiones hechas imágenes, ningún lugar común, y la sensibilidad del homenajeado finalmente unida a la de un artista que sigue sorprendiendo".

Claudio Minghetti, La Nación


"Fontán crea un palimpsesto de texturas, formas y colores, partiendo de cuadros naturalistas y transformándolos en figuras abstractas de gran poder evocador".

Diego Brodersen, Página 12


"Es el film más extremo, audaz y radical de la carrera de Fontán. Un trabajo bello y contemplativo, un film extraño y embriagador"

Diego Batlle, Otroscines

"La película es un apacible y vívido viaje por un río que regala imágenes misteriosas y reales. El homenajeado es Juan L. Ortiz, y la experiencia es arrolladora".
Perfil


"La experiencia de ver La orilla que se abisma es la quedarse absorto. Es una película muy, muy bella."
Oscar Cuervo, La Otra

Crítica: Alicia Silva Rey (Agenda del Sur)

Crítica de Alicia Silva Rey, para Agenda del Sur (http://www.geocities.com/delsuragenda/

La orilla que se abisma, una película de GUSTAVO FONTÁN

1- La pantalla es un campo de prueba donde la materia trabaja. El cielo, el agua, el aire, la tierra, los animales domésticos, los instrumentos de trabajo, el hombre. Sentarse en la butaca del cine y prestarse a su advenimiento. La materia herida por los fulgores de su propia indecibilidad. La opacidad del mundo restallando en colores creados por la luz en el tiempo. La toda luz de una creación danzante en la materia recién nacida. Lo inminente ahí, delante de los ojos, en la oscuridad del cine. Lo que sucede es el tiempo material donde toda palabra parte, efímera, al encuentro de su ser en la luz. En el principio fue el poema pero era tan difícil pronunciarlo. Entonces tuvimos los colores, las formas, los objetos tallados por la luz en la materia informe. Cuando la primera mirada se posó en esa cuna del saber metafísico y no pudo callarlo, nacieron las cunetas del conocimiento que enmascararon tal vez sin querer el ritmo de la materia transtornada pero no la poesía verdadera. Dirán que nadie sabe qué cosa es la poesía verdadera. Es cierto, nadie lo sabe. Pero, de todas las religiones, las filosofías, las ciencias y las artes, sin desestimar nada e incluyendo el conocer en cada acto de la brizna humana, se ha desprendido, se desprende - y por ella nacieron-, la poesía verdadera. De eso se trata, creo, este cine que Gustavo Fontán funda, claro que no solo, pero el rigor y el riesgo de mirar sin atenuantes corre por su cuenta.

2- Los sonidos: el río, el viento, los pájaros, la lluvia, el árbol, las puertas y ventanas en sus goznes, el silencio, la sombra de las colinas sobre el plano púrpura o ciclamen. Y también: el árbol en la lluvia, el río en el silencio, el viento en los pájaros, la sombra purpúrea en los goznes.
Ha de haber quienes no podrán tolerar la sólo acústica del paisaje en la pantalla. Esperarán en vano un decir que ha de llegar, por último, en la voz de Juan L. Ortiz, desde un fondo que se evapora, entonando su poema con el ritmo que la película de Fontán habrá estado modulando antes de ponerle palabra.

3- Lo fuera- de- foco es aquello que se abisma a la orilla de la propia mirada. Por el plano móvil de la pantalla, el espectador busca la inminencia del límite, se topa con el devenir de un tiempo sin orillas. Los objetos que la materia arroja… este cine los atrapa como el agua versátil de un río, los torna disponibles, suscita la posibilidad de nombrarlos nuevamente hoja, ola, piedra, lluvia, pétalo, temblor. Fluir de la materia en la conciencia. Las herramientas del conocer crujen. Hay un desacomodamiento que no involucra sólo la visión o la experiencia cinematográfica. Una espectadora, en la función del miércoles 16 de abril, Bafici, Hoyts Abasto, preguntaba durante el debate de cierre de la proyección cómo se había logrado obtener esas imágenes, indagaba acerca de la manera de mirar que acució a esta película ( ella empleó la palabra “visión”), cómo se logró plasmar esta visión, dijo, de la materia cognoscible, concebible.

4- Despiertos, ellos duermen. HERÁCLITO.

Fotografía LUIS CÁMARA
Sonido ABEL TORTORELLI
Montaje MARIO BOCCHICCHIO y GUSTAVO SCHIAFFINO
Asistente de dirección JUAN GARCILAZO
Prod. Ejecutiva STELLA M. CZERNIAKIEWICZ
Guión y dirección GUSTAVO FONTÁN

sábado, 19 de abril de 2008

Cuando la poesía deviene cine

Cuando la poesía deviene cine

Diario La Nación - Sección Espectáculos - Jueves 17 de abril de 2008

Muchos cineastas se lo proponen, sin embargo, pocos lo consiguen: hacer un cine que recurriendo a lo esencial de la imagen pueda transmitir tantas sensaciones, en este caso, la esencia de la palabra del poeta entrerriano Juan L. Ortiz.

No es tarea sencilla. Los encuadres y sus desplazamientos aceptan someterse a la soberanía de la naturaleza y a la de sus sonidos, a veces apenas perceptibles.

Agua y cielo, esteros, el viento, silencio, verde y azul detrás del velo neblinoso del litoral, alguna silueta que revela, tímidamente, la escala humana. Fontán desafía las convenciones como pocas veces lo hicieron otros cineastas independientes argentinos y lo consigue, entre otras cosas, gracias a la sutil interpretación de su camarógrafo y director de fotografía Luis Cámara.

Pocas palabras, las de Ortiz ya en el final, muchas reflexiones hechas imágenes, ningún lugar común, y la sensibilidad del homenajeado finalmente unida a la de un artista que sigue sorprendiendo cada vez que vuelve, cada vez más seguro de sí mismo a usar el cine como instrumento de su arte de narrar.

Claudio D. Minghetti

jueves, 17 de abril de 2008

Crítica: Revista LA OTRA, por Oscar Cuervo

Por OSCAR CUERVO

Publicado en "LA OTRA", otoño de 2008

Juan Laurentino Ortiz (más conocido como Juan L., o también Juanele) nació en el invierno de 1896 en Puerto Ruiz, Gualeguay, provincia de Entre Ríos.
Su obra poética, también sus acuarelas, parecen provenir de una mirada absorta al paisaje natal. En cierta ocasión, evocó uno de sus primeros recuerdos: “Al amanecer, cuando el sol estaba rasante, iluminaba parte de la vaca y parte de mi madre agachada ordeñando. A mí me impresionaba mucho porque se levantaba en ese tambo mucho vapor. Entonces todo se irisaba, se hacía un mundo de color muy tenue, hermoso: las vacas parecían una niebla”.
Ese universo de contornos difusos, en el que cosas, personas, río, cielo, sombra y luz se enlazan en una bruma misteriosa, es el que dicta las palabras de su poesía. Gustavo Fontán ha hecho un film, La orilla que se abisma, que se propone captar esa mirada del mundo.

Captar una mirada no es lo mismo que captar cosas. Las cosas son asibles, la mirada no. La poesía se propone asir la mirada por medio de las palabras y en ese propósito siempre hay un resto que se sustrae, lo que no puede ser dicho.
Creo que toda gran poesía es aquella que dejar ser a lo que se sustrae en ese sustraerse. El hombre dispone también de otras formas de hablar, más ambiciosas pero también más torpes, que quisieran obligar a las palabras a decirlo todo.

El cine es un invento tecnológico del siglo XIX. Su propósito inicial parecía ser captar las cosas, reproducirlas. Pero con el correr del tiempo, el cine terminó por mostrar lo que en verdad era: la posibilidad de una mirada. El género documental nació como una derivación del discurso científico que siempre nos dice: “las cosas son así”. Pero ningún intento de documental ha podido escapar nunca de su destino: el de ser una mirada.

Ese es el problema que se plantea Gustavo Fontán al hacer esta película: ¿qué puede hacer el cine con la poesía de Juan L.? Algunas posibilidades son más previsibles: contar por ejemplo quién era Juan L. Ortiz, cómo era su época, qué libros escribió, incluso decir algunos fragmentos de sus poemas, mientras se muestra otra cosa.
Porque si hubiera optado por esto, Ortiz, su mirada, su poesía, se hubieran convertido en cosas entre las cosas. Como cineasta, Fontán reparó en una cuestión: ¿puede ponerse el cine a dialogar con la poesía -esa actitud que intenta asir la mirada con palabras, pero dejando ser a ese resto inasible- o debe resignarse a “documentar”?

El riesgo que corría Fontán al tratar de resolver esta pregunta a través del cine es el de ilustrar las palabras con imágenes, de modo que cuando el espectador vea el río, se diga: “el río”. Mirar la mirada, dialogar con la mirada del modo en que el cine puede hacerlo, es decir: mirando: eso es algo distinto. La orilla que se abisma pone en obra este problema. La orilla de la que el título habla es la orilla del río, pero también es la orilla de las palabras y el río es el cine. No se trata por cierto de un documental: es una orilla que se abisma: es decir, que pierde el fondo.

La experiencia de ver La orilla que se abisma es la de quedarse absorto. Es una película muy, muy bella. Y algo más, porque Fontán logra desatar al cine de sus sujeciones científicas y también de las literarias. Un film acerca de un poeta no tiene por qué ser literario. Contra toda previsión, en esta película hay muy pocas palabras: cuando aparecen, la que las dice es la voz afantasmada del propio Juan L. y, más que como palabras suenan como música. También es música el rumor de la lluvia, los grillos, el follaje, los pájaros. También es un acto de justicia mencionar el magnífico trabajo de Luis Cámara (Fotografía), Abel Tortorelli (sonido), Mario Bocchicchio y Gustavo Schiaffino (montaje).

La orilla que se abisma es la experiencia de un viaje, el recorrido de un río. A medida que avanza, nos adentra en la extrañeza de lo que al principio nos parecía reconocible. La cámara se demora en las texturas: la ondulación del agua, el balanceo de los juncos, los raros dibujos de la maleza, el ritmo detenido de las nubes, los reflejos inesperados, el presentimiento de lo que hay en las sombras.
Pero también lo que la propia mirada recorta, señala o nubla, mediante el uso de diversas distancias focales y movimientos combinados de cámara y paisaje, fundidos encadenados, ralentis.
Es inquietante la irrupción del material de archivo y magistral la solución plástica que hace confluir la imagen digital con las filmaciones en 8 mm provenientes de documentales previos. Esas imágenes granulosas y vacilantes parecen retornar del reino de los muertos, como si una mirada quisiera ver a través de los ojos de un ser ya extinto y se topara con una barrera infranqueable. No sé si antes el cine le ha otorgado a los registros previos un misterio semejante.

jueves, 3 de abril de 2008

BAFICI 2008... La cita es el 16 de abril

Afortunadamente, pude hacerme de un tiempo para escribirles y acercarles las fechas, los horarios y salas en las que será exhibida "La orilla que se abisma".

El estreno será el miércoles 16 de abril, a las 20.00 horas, en la sala 8 del Hoyts Cinema del Shopping Abasto.

Al día siguiente, jueves 17, nos estaremos viendo en el mismo lugar, en la sala 6, a las 16.45 horas.

Finalmente, el viernes 18 tendremos la última presentación, esta vez en el Atlas Santa Fe, sala 2, a las 19 horas.

A todas las funciones asistiré personalmente, y al término de la exhibición, podremos charlar acerca de la película como de mi próximo trabajo.

A continuación les dejo la Ficha Técnica de "La orilla... ", algo que se me fue pasando, pero que creo es lo verdaderamente importante: la gente que estuvo a mi lado para concretar este proyecto.


Guión y Dirección: Gustavo Fontán
Producción Ejecutiva: Stella Maris Czerniakiewicz
Dirección de Fotografía: Luis Cámara
Sonido: Abel Tortorelli
Montaje: Mario Bocchicchio y Gustavo Schiaffino
Asistencia de Dirección: Juan Garcilazo
Duración: 64 min.
Formato: 35 mm.

Una producción de:
TERCERA ORILLA
INSTITUTO AUDIOVISUAL DE ENTRE RÍOS
INCAA

Con la colaboración de:
FUNDACIÓN LEOPOLDO MARECHAL
FONDO NACIONAL DE LAS ARTES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RIOS

Nos vemos el 16, los espero.

Gustavo

jueves, 27 de marzo de 2008

BAFICI 2008

Quiero contarles que "La orilla que se abisma", mi último filme, será presentado en la próxima edición del BAFICI, a realizarse entre el 8 y el 20 de abril. Aún no cuento con la fecha y horarios, pero prometo mantenerlos informados a través del Blog.
Los espero allá.
Gustavo

sábado, 1 de marzo de 2008

Un motivo más

Todo hecho creativo importa una gran satisfacción para el artista. Que se sublima en el momento mismo en que su obra ve la luz... Como un hijo.

Nada supera ese instante de felicidad.

Y aunque el artista sabe íntimamente que pronto deberá desprenderse de él, no obstante intenta mantenerlo consigo.
Me ha pasado con todas mis películas, y con todos mis libros...
Esta paradoja es la que le da vida al artista, la que impulsa el proceso creativo.
Me pareció atinado comenzar la entrada con esta idea, porque hace unos meses, y cuando ya me encontraba terminando "La orilla que se abisma" y pensando en su estreno, me llegó la noticia desde Grecia. Más precisamente del Festival de Thessaloniki.
Como un hijo que revoloteaba sobre la casa paterna, "El árbol" me proponía un nuevo reencuentro. A casi 2 años de su estreno, seguía tan vivo como el primer día..
Y sentí esa hermosa sensación de nuevo...
Gustavo