martes, 23 de marzo de 2010

La solitudine, de Alicia Silva Rey

Vital, la poesía de Alicia Silva Rey es siempre la expresión de una experiencia (alguien podría decir que la poesía siempre lo es, pero me permito ponerlo en duda). También lo es, expresión de una experiencia, el conjunto de poemas que conforman La solitudine, que acaba de publicar la Editorial Casi incendio la casa, en su colección GAMA.

La experiencia (siempre velada, siempre pudorosa) que encuentro en estos poemas es doble: la del dolor y la del pensamiento -del dolor-.

La paradoja es apenas aparente: las formas de ser del dolor, puro cuerpo, carne y alma, y las formas de ser del pensamiento, sus sistemas, sus distancias y sus velos, son disueltas -sin dejar de ser dolor, sin dejar de ser pensamiento- en el lenguaje. No hay en este libro ni emoción pura ni razón pura. Hay, y por eso sus poemas nos perturban, un lenguaje nuevo que encuentra en las vísceras su razón.

Vaya de ejemplo:

“Crear la encendida calidad del lapacho
que pierde sus fulgores,
los pierde.
Crear aún lo que está contenido en las cosas:
poder, saber, lenguajes, caducidad
del tiempo en las cosas
que dicen: nos encontramos en la llanura
y hay guerra,
yacemos con el rostro en el barro,
hemos caído con los objetos
infectados de luz.
Es el lugar de la fuga, de La Fuga.
Hemos perdido
el control
de lo real,
hemos
caducado,
somos
definitivos
sobre este puente de madera
que cuelga entre el vacío
de las palabras
y el de la
oscuridad.”

(Fragmento de La solitudine, de Alicia Silva Rey. Editorial Casi incendio la casa. Buenos Aires, 2009)


NOTA SOBRE LA EDITORIAL CILC

La colección GAMA presenta a 16 poetas que durante la década de los '80 comenzaron a trabajar en red. Cooperando, autoeditándose, federalizando la palabra y expandiendo las posibilidades de una escritura que sienta precedentes en la independencia poética, literaria y editorial. Todos los poetas publicados se caracterizan por una actividad permanente y constante en diversos circuitos literarios y artísticos; su obra excede la escritura poética: críticos, ensayistas, antólogos, editores de plaquetas, revistas (Tsé-tsé; Los rollos del mal muerto; Cuadernas; El Litoral), carpetas de poesía (Alguien llama),dramaturgos, narradores y guionistas, organizaron encuentros de escritores, eventos literarios de toda índole, recitales de poesía como las Fiestas Danzantes; arte correo, intervenciones artísticas en las que se escucharon, se leyeron; compartieron. Esta colección no es una casualidad, aunque tampoco hay en ella una causalidad, sino un deseo de dar a leer, como conjunto, a una selección de quienes trabajan en la escritura poética desde los años '80, porque nos preceden, porque nos gustan, porque queremos un proyecto que muestre una gama posible de la poesía argentina, abriendo canales de lectura necesarios. La colección GAMA está integrada por los siguientes títulos:
Coman, Roberto Aguirre Molina Tendedero, María Teresa Andruetto Cuando salí de La Plata, Mario Arteca Cuerpos de palabras, Concepción Bertone Caperucita roja y otros, Enrique Butti Hacer la de Elvis, Graciela Cros La enagua cuelga de un clavo en la pared, Leonor García Hernando La indefensión, Reynaldo Jiménez La bruta bruz, Laura Klein Libro de buen amor, Liliana Lukin Héroes, Silvio Mattoni Esta boca es nuestra, Juan Carlos Moisés La conversación, Daniel Muxica Átomos, Alejandro Schmidt La solitudine, Alicia Silva Rey Aves de paso, Susana Szwarc.

Pueden conseguirse en:

Capital Federal: Crack Up \ Costa Rica 4767, Palermo. El escritorio \ Gurruchaga 1851, Palermo. En el camino \ Borges 1664, Palermo. Espacio Moebius \ Bulnes 658, Almagro. Eterna Cadencia \ Honduras 5574, Palermo. Gambito de Alfil \ Puán 511, Caballito. Guadalquivir \ Callao 1012. I-DONT \ Santa Fe 1670, Loc. 73, Bond Street La Internacional Argentina \ El Salvador 4199, Palermo. Librería del Fondo Nacional de las Artes \ Rufino de Elizalde 2831, Barrio Norte. Libros del pasaje (ex Boutique del Libro) \Thames 1762, Palermo. Libros del pasaje (ex Boutique del Libro) \Costa Rica 4562, Palermo. Los Hermanos Tanner \ Av. Avellaneda 306 (casi esq. Campichuelo) Otra lluvia \ Bulnes 640, Almagro. Rayo Rojo \ Santa Fe 1670, Loc. 20-22, Bond Street
Buenos Aires: La Cueva Libros \ Av. San Martín 2651, Caseros. Librería Guardia \ Alsina 61, Ramos Mejía. Ramos Libros \ Mitre 579 - Locales 15 a 22. Quilmes. Ramos Libros \ Belgrano 460 (Hall central del Complejo Cultural Mariano Moreno), Bernal.
Santa Fe: Iván Rosado \ Salta 1859, Rosario.

www.editorialcilc.com.ar

miércoles, 10 de marzo de 2010

Crítica: Cinemarama, marzo 2, 2010

La madre

Publicado por Cinemarama en Marzo 2, 2010

Año: 2009
Origen: Argentina
Dirección: Gustavo Fontán
Guión: Gustavo Fontán, Alicia Silva Rey
Intérpretes: Gloria Stingo, Federico Fontán, Marisol Martínez
Fotografía: Diego Poleri
Edición: Marcos Pastor
Duración: 64 minutos
Cine: Gaumont - Av Rivadavia 1635 - Horarios 13.15 - 14.40 -19.20 - 20.40

por David Obarrio

Qué es esta extraña película. No sabemos. Tendemos a perdernos en ella, dentro de sus imágenes, de su ambiente, en sus inquietantes murmullos y en la circularidad casi maníaca con la que las acciones de los personajes horadan discretamente sus planos.
Misterio y más misterio. Mejor para nosotros: La madre, en algún punto, es todo ganancia, porque ¿cuántas veces en el cine que nos deparan nuestros días uno tiene la oportunidad de sentir que nada en una película le es dado sino que, por el contrario, todo hay que ir a buscarlo –y sin embargo está ahí, tan lejos, tan cerca, en parte es cuestión de voluntad – como se va detrás de un pensamiento, un recuerdo o un sueño que despiadadamente se escabullen dentro nuestro?

Hay que jugar, dejarse ir en esta película, abandonarse a la lógica aparentemente amorfa con la que sus planos se suceden, siempre dotados sin embargo de un raro esplendor diurno, una condición irrenunciable de materialidad.

Es que Fontán no cede un ápice a la tentación de refugiarse en un onirismo fácil para poder así justificar de un modo espurio la ausencia de una narración lineal y de una progresión dramática en su película. Y por qué habría de hacerlo.
Por el contrario, las escenas de La madre son implacablemente concretas sin perder por ello su cualidad misteriosa (milagros del cine): la madre que se tambalea con la copa de vino en la mano o permanece en el jardín bajo la lluvia, o deja el cigarrillo apoyado en el colchón. En algún momento, la voz de su hijo adolescente que la llama –“mamá,” dice, “¡qué hiciste, mamá!” – y la voz en off de la mujer empieza a contar el fragmento de un sueño que es maravilloso, y también aterrador, y que retoma luego con parsimonia, una y otra vez. Y de nuevo a empezar.
El chico, por su parte, tiene sexo con una mujer que tal vez sea su novia y que aparece de a ratos por la casa, o se dedica a darle sepultura en el jardín al cadáver ya rígido del perro, mientras el ojo abierto del animal parece que permaneciera expectante hasta el último adiós, antes de que las paladas de tierra terminen de quitarlo de la vista del mundo.
La película parece postular una conexión obligatoria entre la madre degradada por la soledad y (acaso) el abandono, y la serena perplejidad del hijo que deambula por la casa y por los alrededores ante el universo que se abre delante suyo.
La madre es una película en la que abundan escenas cuyo significado es perfectamente legible pero que a pesar de ello no sabemos cabalmente cómo hay que interpretar. Como en El árbol o en La orilla que se abisma, Fontán se revela como un cineasta preocupado en extremo por el peso de los detalles, que se evidencia por ejemplo en el extraordinario trabajo con el sonido y con la luz. Solo los fragmentos le importan al cine, parece decir. La tarea de Fontán como director entonces, podría ser la captura incesante de esos segmentos sueltos del mundo, esos destellos con los que todo parece iluminarse brevemente, para volver luego a su inconsolable opacidad.