viernes, 13 de marzo de 2015

Gustavo Fontán adaptará El limonero real, de Juan José Saer


El director de "La Madre" y "La casa" filmará desde mediados de marzo en Santa Fe esta película de ficción con Germán de Silva, Patricia Sánchez, Rosendo Ruiz y Eva Bianco como protagonistas

Publicado el 13/03/2015, por OTROS CINES.COM

El rodaje de la nueva película de Gustavo Fontán (El rostro, La casa, El árbol, entre otras) se realizará desde mediados de marzo en la ciudad santafecina de Colastiné, cerca de donde el autor del libro tenía su casa y donde efectivamente sucede el relato en la novela.

El limonero real está protagonizada por Germán de Silva en la piel de Wenceslao, el director y guionista cordobés Rosendo Ruiz (Tres D) en el rol de Rogelio, la actriz Patricia Sánchez (Ella) y la actriz Eva Bianco (Rosa); y está coproducida por Insomnia Films, Tercera Orilla y el INCAA. La distribución y las ventas internacionales estarán a cargo de OBRA Cine.

Sinopsis del film

Una familia de pobladores del río Paraná se dispone a compartir el último día del año. Son tres hermanas, con sus maridos e hijos, que viven en tres ranchos, a la orilla del río, separados por espinillos, algarrobos y sauces. Aunque Wenceslao intenta convencerla, su mujer se niega a asistir a casa de su hermana para participar del festejo. Dice que está de luto: su único hijo, murió hace seis años. 

El río omnipresente, las variaciones de la luz, el baile festivo, el sacrificio del cordero y la comida, el vino y los cuerpos, todo es atravesado, desde la percepción de Wenceslao, por las dos ausencias: la de su mujer y la de su hijo muerto, cuya figura emerge cada tanto. Desde el alba –"Amanece. Y ya está con los ojos abiertos"- hasta el regreso de Wenceslao al rancho después de la medianoche, cada acción cotidiana se vuelve ceremonia y el tiempo una espiral de sensaciones y recuerdos.

Palabras del director

La historia, en la novela de Juan José Saer, es apenas un conjunto de pequeños sucesos. Lo que entendemos por trama en este caso no tiene que ver con el desarrollo prioritario de un argumento, sino por el entramado, que esos propios hechos conforman con la memoria y la percepción. A modo de cualidad contemplativa, el movimiento de la luz y de la sombra, el modo de descabezar un pescado o de matar al cordero, las miradas y los vínculos, el desplazamiento de las canoas, el sonido del agua y de los pájaros, los propios recuerdos, todo, en la medida que se vuelve ceremonia, se convierte en materia narrativa.

Entiendo (salvando todas las distancias, incluso las de lenguaje) que a partir de mi película El árbol, ésta fue mi principal búsqueda poética. (Digo poética como toma de posición, como la afirmación de una búsqueda frente a lo real y frente al cine). En ella, la pequeña historia -un matrimonio, ya grande, discute si la acacia frente a la puerta de su casa está viva o muerta-, era recorrida con la intención de que la idea del paso del tiempo no fuese sólo tema depositado en el argumento, sino material sensible, sustancia audiovisual. A partir de ahí definí un camino que encuentra ahora un momento de suma importancia (así lo espero) en la adaptación de una novela amada, bellísima, dolorosa.

Por eso hago mías las palabras de Saer: "Escribir (filmar) es sondear y reunir briznas o astillas de experiencia y de memoria para armar una imagen". También hago mío el interrogante que subyace en El limonero real: ¿cómo acceder a lo real y expresarlo?