Ahora sé: el vínculo entre los muertos y los vivos no es de distancia
(salvada por el recuerdo). La relación se expresa como tensión entre distancia
y cercanía. Los objetos, las acciones, los olores, la luz, traen al otro, lo
presentizan. Pero esa presencia es a su
vez una fuga, un agujero. En esa tensión de aparición/desaparición, de
distancia/cercanía, debemos construir el vínculo entre los personajes.
“Algo así -me dice Abel
Tortorelli- debe suceder con cada sonido: debe reponer el mundo y debe
ocultarlo. Lo que aparece puede desaparecer y volver aparecer, pero siempre
queda algo residual, algo que se acumula”.
Recordar: “Los
pasos del que pasea/ se convierten en lugares. / Mientras se presenta ante/ el laberinto de
los años/ se asoma al pozo de su cuerpo”. (Arnaldo Calveyra)
16 de julio de 2012
Releo las primeras notas: ¿Por
qué fiesta triste?
¿Podremos pensar el reencuentro
con los muertos desde cierta vitalidad que nos exima de la tristeza?
Se lo pregunto a una amiga y me
responde: “Creo que la clave está
en pensar que lo único que puede producir el milagro de reencontrarnos con
nuestros muertos es nuestro anhelo interior de compartir con ellos la alegría.
Nadie quiere volver a ver a los suyos para compartir las tristezas. Si yo
pudiera elegir, querría volver a escuchar la risa de mi papá antes que nada y
poder contarle las cosas buenas que me pasan. Si no me garantizaran eso, no
tendría el menor sentido el encuentro”.
En El árbol y en La casa
también hay escenas de fiesta. Sin embargo, la mirada extraña esa celebración y
se manifiesta algo del orden de lo siniestro. En El rostro, la fiesta debe ser la expresión de la alegría del
reencuentro. Lisa y llanamente.
(Cuidado: pensar en los
límites que tiene la mirada entonces).
18 de julio de 2012
¿Puede haber sobre el mundo una
mirada más o menos inocente, como si miráramos por primera vez? ¿Puede el
plano, en esa inocencia, registrar un perro, un bote, el agua, un cuerpo, un
rostro, en una expresión simple, cruda? ¿Estará la alegría en este encuentro
sencillo con el mundo?
1 comentario:
Pienso en mi muerta más querida. Una amiga que murió al año pasado y con la que vivimos las experiencias de la adolescencia y de la primera juventud. Antes de que muriera nos despedimos con amor y con agradecimiento. No hubo ni un "nunca" ni un "siempre", las puertas quedaron abiertas.
Una sola vez fui al cementerio y solo pude recordar los momentos felices que vivimos y reír de alguna que otra locura compartida. Sí, claro, volver a estar con ella sería fiesta.
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