sábado, 26 de abril de 2008

La orilla que se abisma estrena el 2 de mayo

LA ORILLA QUE SE ABISMA
ESTRENO: 2 DE MAYO
CINEMARK PALERMO - GAUMONT - TITA MERELLO
"Bellísima, contemplativa, hipnótica, casi onírica".
Miguel Frías, Clarín


"Pocas palabras, muchas reflexiones hechas imágenes, ningún lugar común, y la sensibilidad del homenajeado finalmente unida a la de un artista que sigue sorprendiendo".

Claudio Minghetti, La Nación


"Fontán crea un palimpsesto de texturas, formas y colores, partiendo de cuadros naturalistas y transformándolos en figuras abstractas de gran poder evocador".

Diego Brodersen, Página 12


"Es el film más extremo, audaz y radical de la carrera de Fontán. Un trabajo bello y contemplativo, un film extraño y embriagador"

Diego Batlle, Otroscines

"La película es un apacible y vívido viaje por un río que regala imágenes misteriosas y reales. El homenajeado es Juan L. Ortiz, y la experiencia es arrolladora".
Perfil


"La experiencia de ver La orilla que se abisma es la quedarse absorto. Es una película muy, muy bella."
Oscar Cuervo, La Otra

Crítica: Alicia Silva Rey (Agenda del Sur)

Crítica de Alicia Silva Rey, para Agenda del Sur (http://www.geocities.com/delsuragenda/

La orilla que se abisma, una película de GUSTAVO FONTÁN

1- La pantalla es un campo de prueba donde la materia trabaja. El cielo, el agua, el aire, la tierra, los animales domésticos, los instrumentos de trabajo, el hombre. Sentarse en la butaca del cine y prestarse a su advenimiento. La materia herida por los fulgores de su propia indecibilidad. La opacidad del mundo restallando en colores creados por la luz en el tiempo. La toda luz de una creación danzante en la materia recién nacida. Lo inminente ahí, delante de los ojos, en la oscuridad del cine. Lo que sucede es el tiempo material donde toda palabra parte, efímera, al encuentro de su ser en la luz. En el principio fue el poema pero era tan difícil pronunciarlo. Entonces tuvimos los colores, las formas, los objetos tallados por la luz en la materia informe. Cuando la primera mirada se posó en esa cuna del saber metafísico y no pudo callarlo, nacieron las cunetas del conocimiento que enmascararon tal vez sin querer el ritmo de la materia transtornada pero no la poesía verdadera. Dirán que nadie sabe qué cosa es la poesía verdadera. Es cierto, nadie lo sabe. Pero, de todas las religiones, las filosofías, las ciencias y las artes, sin desestimar nada e incluyendo el conocer en cada acto de la brizna humana, se ha desprendido, se desprende - y por ella nacieron-, la poesía verdadera. De eso se trata, creo, este cine que Gustavo Fontán funda, claro que no solo, pero el rigor y el riesgo de mirar sin atenuantes corre por su cuenta.

2- Los sonidos: el río, el viento, los pájaros, la lluvia, el árbol, las puertas y ventanas en sus goznes, el silencio, la sombra de las colinas sobre el plano púrpura o ciclamen. Y también: el árbol en la lluvia, el río en el silencio, el viento en los pájaros, la sombra purpúrea en los goznes.
Ha de haber quienes no podrán tolerar la sólo acústica del paisaje en la pantalla. Esperarán en vano un decir que ha de llegar, por último, en la voz de Juan L. Ortiz, desde un fondo que se evapora, entonando su poema con el ritmo que la película de Fontán habrá estado modulando antes de ponerle palabra.

3- Lo fuera- de- foco es aquello que se abisma a la orilla de la propia mirada. Por el plano móvil de la pantalla, el espectador busca la inminencia del límite, se topa con el devenir de un tiempo sin orillas. Los objetos que la materia arroja… este cine los atrapa como el agua versátil de un río, los torna disponibles, suscita la posibilidad de nombrarlos nuevamente hoja, ola, piedra, lluvia, pétalo, temblor. Fluir de la materia en la conciencia. Las herramientas del conocer crujen. Hay un desacomodamiento que no involucra sólo la visión o la experiencia cinematográfica. Una espectadora, en la función del miércoles 16 de abril, Bafici, Hoyts Abasto, preguntaba durante el debate de cierre de la proyección cómo se había logrado obtener esas imágenes, indagaba acerca de la manera de mirar que acució a esta película ( ella empleó la palabra “visión”), cómo se logró plasmar esta visión, dijo, de la materia cognoscible, concebible.

4- Despiertos, ellos duermen. HERÁCLITO.

Fotografía LUIS CÁMARA
Sonido ABEL TORTORELLI
Montaje MARIO BOCCHICCHIO y GUSTAVO SCHIAFFINO
Asistente de dirección JUAN GARCILAZO
Prod. Ejecutiva STELLA M. CZERNIAKIEWICZ
Guión y dirección GUSTAVO FONTÁN

sábado, 19 de abril de 2008

Cuando la poesía deviene cine

Cuando la poesía deviene cine

Diario La Nación - Sección Espectáculos - Jueves 17 de abril de 2008

Muchos cineastas se lo proponen, sin embargo, pocos lo consiguen: hacer un cine que recurriendo a lo esencial de la imagen pueda transmitir tantas sensaciones, en este caso, la esencia de la palabra del poeta entrerriano Juan L. Ortiz.

No es tarea sencilla. Los encuadres y sus desplazamientos aceptan someterse a la soberanía de la naturaleza y a la de sus sonidos, a veces apenas perceptibles.

Agua y cielo, esteros, el viento, silencio, verde y azul detrás del velo neblinoso del litoral, alguna silueta que revela, tímidamente, la escala humana. Fontán desafía las convenciones como pocas veces lo hicieron otros cineastas independientes argentinos y lo consigue, entre otras cosas, gracias a la sutil interpretación de su camarógrafo y director de fotografía Luis Cámara.

Pocas palabras, las de Ortiz ya en el final, muchas reflexiones hechas imágenes, ningún lugar común, y la sensibilidad del homenajeado finalmente unida a la de un artista que sigue sorprendiendo cada vez que vuelve, cada vez más seguro de sí mismo a usar el cine como instrumento de su arte de narrar.

Claudio D. Minghetti

jueves, 17 de abril de 2008

Crítica: Revista LA OTRA, por Oscar Cuervo

Por OSCAR CUERVO

Publicado en "LA OTRA", otoño de 2008

Juan Laurentino Ortiz (más conocido como Juan L., o también Juanele) nació en el invierno de 1896 en Puerto Ruiz, Gualeguay, provincia de Entre Ríos.
Su obra poética, también sus acuarelas, parecen provenir de una mirada absorta al paisaje natal. En cierta ocasión, evocó uno de sus primeros recuerdos: “Al amanecer, cuando el sol estaba rasante, iluminaba parte de la vaca y parte de mi madre agachada ordeñando. A mí me impresionaba mucho porque se levantaba en ese tambo mucho vapor. Entonces todo se irisaba, se hacía un mundo de color muy tenue, hermoso: las vacas parecían una niebla”.
Ese universo de contornos difusos, en el que cosas, personas, río, cielo, sombra y luz se enlazan en una bruma misteriosa, es el que dicta las palabras de su poesía. Gustavo Fontán ha hecho un film, La orilla que se abisma, que se propone captar esa mirada del mundo.

Captar una mirada no es lo mismo que captar cosas. Las cosas son asibles, la mirada no. La poesía se propone asir la mirada por medio de las palabras y en ese propósito siempre hay un resto que se sustrae, lo que no puede ser dicho.
Creo que toda gran poesía es aquella que dejar ser a lo que se sustrae en ese sustraerse. El hombre dispone también de otras formas de hablar, más ambiciosas pero también más torpes, que quisieran obligar a las palabras a decirlo todo.

El cine es un invento tecnológico del siglo XIX. Su propósito inicial parecía ser captar las cosas, reproducirlas. Pero con el correr del tiempo, el cine terminó por mostrar lo que en verdad era: la posibilidad de una mirada. El género documental nació como una derivación del discurso científico que siempre nos dice: “las cosas son así”. Pero ningún intento de documental ha podido escapar nunca de su destino: el de ser una mirada.

Ese es el problema que se plantea Gustavo Fontán al hacer esta película: ¿qué puede hacer el cine con la poesía de Juan L.? Algunas posibilidades son más previsibles: contar por ejemplo quién era Juan L. Ortiz, cómo era su época, qué libros escribió, incluso decir algunos fragmentos de sus poemas, mientras se muestra otra cosa.
Porque si hubiera optado por esto, Ortiz, su mirada, su poesía, se hubieran convertido en cosas entre las cosas. Como cineasta, Fontán reparó en una cuestión: ¿puede ponerse el cine a dialogar con la poesía -esa actitud que intenta asir la mirada con palabras, pero dejando ser a ese resto inasible- o debe resignarse a “documentar”?

El riesgo que corría Fontán al tratar de resolver esta pregunta a través del cine es el de ilustrar las palabras con imágenes, de modo que cuando el espectador vea el río, se diga: “el río”. Mirar la mirada, dialogar con la mirada del modo en que el cine puede hacerlo, es decir: mirando: eso es algo distinto. La orilla que se abisma pone en obra este problema. La orilla de la que el título habla es la orilla del río, pero también es la orilla de las palabras y el río es el cine. No se trata por cierto de un documental: es una orilla que se abisma: es decir, que pierde el fondo.

La experiencia de ver La orilla que se abisma es la de quedarse absorto. Es una película muy, muy bella. Y algo más, porque Fontán logra desatar al cine de sus sujeciones científicas y también de las literarias. Un film acerca de un poeta no tiene por qué ser literario. Contra toda previsión, en esta película hay muy pocas palabras: cuando aparecen, la que las dice es la voz afantasmada del propio Juan L. y, más que como palabras suenan como música. También es música el rumor de la lluvia, los grillos, el follaje, los pájaros. También es un acto de justicia mencionar el magnífico trabajo de Luis Cámara (Fotografía), Abel Tortorelli (sonido), Mario Bocchicchio y Gustavo Schiaffino (montaje).

La orilla que se abisma es la experiencia de un viaje, el recorrido de un río. A medida que avanza, nos adentra en la extrañeza de lo que al principio nos parecía reconocible. La cámara se demora en las texturas: la ondulación del agua, el balanceo de los juncos, los raros dibujos de la maleza, el ritmo detenido de las nubes, los reflejos inesperados, el presentimiento de lo que hay en las sombras.
Pero también lo que la propia mirada recorta, señala o nubla, mediante el uso de diversas distancias focales y movimientos combinados de cámara y paisaje, fundidos encadenados, ralentis.
Es inquietante la irrupción del material de archivo y magistral la solución plástica que hace confluir la imagen digital con las filmaciones en 8 mm provenientes de documentales previos. Esas imágenes granulosas y vacilantes parecen retornar del reino de los muertos, como si una mirada quisiera ver a través de los ojos de un ser ya extinto y se topara con una barrera infranqueable. No sé si antes el cine le ha otorgado a los registros previos un misterio semejante.

jueves, 3 de abril de 2008

BAFICI 2008... La cita es el 16 de abril

Afortunadamente, pude hacerme de un tiempo para escribirles y acercarles las fechas, los horarios y salas en las que será exhibida "La orilla que se abisma".

El estreno será el miércoles 16 de abril, a las 20.00 horas, en la sala 8 del Hoyts Cinema del Shopping Abasto.

Al día siguiente, jueves 17, nos estaremos viendo en el mismo lugar, en la sala 6, a las 16.45 horas.

Finalmente, el viernes 18 tendremos la última presentación, esta vez en el Atlas Santa Fe, sala 2, a las 19 horas.

A todas las funciones asistiré personalmente, y al término de la exhibición, podremos charlar acerca de la película como de mi próximo trabajo.

A continuación les dejo la Ficha Técnica de "La orilla... ", algo que se me fue pasando, pero que creo es lo verdaderamente importante: la gente que estuvo a mi lado para concretar este proyecto.


Guión y Dirección: Gustavo Fontán
Producción Ejecutiva: Stella Maris Czerniakiewicz
Dirección de Fotografía: Luis Cámara
Sonido: Abel Tortorelli
Montaje: Mario Bocchicchio y Gustavo Schiaffino
Asistencia de Dirección: Juan Garcilazo
Duración: 64 min.
Formato: 35 mm.

Una producción de:
TERCERA ORILLA
INSTITUTO AUDIOVISUAL DE ENTRE RÍOS
INCAA

Con la colaboración de:
FUNDACIÓN LEOPOLDO MARECHAL
FONDO NACIONAL DE LAS ARTES
UNIVERSIDAD NACIONAL DE ENTRE RIOS

Nos vemos el 16, los espero.

Gustavo