Bote, agua, orilla.
Bote, agua, luz, orilla, espinillo.
Hojarasca, camalotes, agua, bote, perro, ramas, rancho, fuego.
Hombre.
Hay que transformar las astillas del mundo que tenemos a mano en una
visión.
18 de julio (Por la noche)
¿Hay algún vínculo entre visión y experiencia?
¿Es indispensable la experiencia para
transformar esas astillas en una visión?
La experiencia no es un pensar en el mundo,
sino que, en un inicio, es la certeza sensible de un estar en el mundo y de formar
parte de algo que nos excede y nos resignifica. Uno sale siempre alterado de la
experiencia: hay algo que nos impregna, una duración de lo otro en
nosotros, que es siempre el origen de un nuevo conocimiento. La experiencia nos
arrebata los ojos fosilizados y nos otorga una mirada enriquecida.
Lo que entiendo, también, es que la
experiencia no es necesariamente el contacto con aquello inmensamente lejano;
por el contrario es la inmersión en lo contiguo. La revelación que nace en su
vientre es, en apariencia, insignificante; no son verdades dogmáticas o grandes
paradigmas filosóficos. Lo que vemos es el rostro velado -desvelado en la
experiencia- del mundo cotidiano. Vemos en las fisuras de lo familiar, en el
hueco de nuestros prejuicios. Por eso, el cine no exige los ojos más allá, sino
más acá, más humanos.
Tal vez: sólo la experiencia, inscripta
sensiblemente en la película, puede transformar esas astillas del mundo en una
visión.
19 de julio (en Paraná, por la noche)
Luis me dice que tendríamos que estar a las
seis en la orilla y que el sol, en el inicio, estará frente a nosotros y,
luego, en el camino hacia la isla, a la izquierda de nosotros. Me dice también
que mañana no habrá bruma.
Una breve charla telefónica con Gustavo. Un
repaso rápido de lo que no tiene que olvidarse: bolso, gorra, abrigo.
3 comentarios:
Las experiencias siempre dejan improntas. Los cielos y los infiernos recorridos nos devuelven diferentes. Cuanto más poderosa es la experiencia, más feroz es el impacto.
El cine es una visión hiatada de experiencia. Muchas veces salí distinta de una sala de cine. O, mejor dicho, no solo porque muchas veces salí distinta de una sala de cine sino porque, en ocasiones, la oscuridad de la sala me hace tan permeable que vivo la expiri de un modo cuasi religioso o ritual.
La gente viaja a lugares remotos para tener una experiencia,para sorprenderse por lo que ve, cuando sólo es necesario acercarnos a lo cotidiano y encontrarnos que podemos tener otra mirada , virginal sobre el mundo más próximo.
Nos construimos desde nuestras propias astillas y desde ese lugar intentamos.
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