domingo, 16 de agosto de 2015

EN TORNO A LO REAL



Muchas veces dije que a partir de “El  árbol”  mis guiones se convirtieron en  dispositivos para dialogar con lo real. Y ahora, con la necesidad de desarrollar esta idea con ustedes, me pregunto  qué significa eso de verdad, ¿qué significa que lo real aparezca en una imagen?  

Entonces, pensé tres cosas  que, por supuesto, no intentan de ningún modo dar cuenta de manera exhaustiva del problema, sino simplemente plantear tres elementos que me interesan de esa apropiación de lo real que puede hacer el cine. 

En primer lugar, podríamos hablar de un plus de sentido. Una especie de ferocidad que excede a la imagen en sí misma. Podríamos pensarlo en torno a esta idea de Raúl Ruiz, quien retoma un concepto de Walter Benjamin: “Llamo inconsciente fotográfico a esos fantasmas que giran alrededor de las imágenes y los sonidos reproducidos de manera mecánica pero que nunca tocan el objeto audiovisual. A veces, cercan el objeto, literalmente lo transfiguran, lo secuestran.”  Reconozco lo real en ese poder transfigurador que dota  a la imagen de una fuerte carga de ambigüedad.

En segundo término pienso que ese plus, esa ambigüedad en una imagen, tiene siempre un poder perturbador. Lo real es lo que molesta en la imagen, aquello que se sale de control. Esa presencia incesantemente activa remite siempre a un más allá de la imagen. A un más acá nuestro, quizás. Lo real es lo que se teme. Lo no domesticado.

Por último: lo real, también, es lo que se fuga de la imagen. Hay algo inasible, indecible, en esa presencia. Boquiabiertos, reconocemos un fantasma que se muestra, nos conmueve, y al mismo tiempo se fuga. Creo que en esta tensión, presencia-fuga, reside algo de aquello que me interesa capturar.

(Fragmento de la charla que dio Gustavo el pasado 28 de junio en la casa de la DAC, en el ciclo "La estética del cineasta. Un tratado de estilo".)